Ayer vino a nuestra clase Don Tomás invitado por nuestro maestro. Para nosotros Don Tomás siempre será ese señor grande, gordo, alto y con coleta, al que con demasiada frecuencia le oímos decir -mientras ponía voz de ogro malo- que le gustaba comerse a los niños. En alguna ocasión de nuestra tierna infancia hasta nos dio un poco miedo... Cuando crecimos empezamos a verlo de otra forma; ya era quien venía, en ocasiones señaladas, a contarnos cuentos, bañarnos en retahílas y acariciarnos con canciones.
A esto de las diez, entró en nuestra clase llamándonos poderosamente la atención, golpeando con estrépito la puerta, para adueñarse de nuestros oídos y así ayudarnos a entender las historias que nos traía. Y es que, como buen maestro, sabe bien que para aprender hay que atender.
Nos leyó algunos de sus poemas, nos cantó una melodiosa cancioncilla y nos enredó en una divertida retahíla. Y nosotros aplaudimos con la sinceridad con que lo hacemos los niños. Nuestro maestro nos dijo después que él había disfrutado viéndonos reír, sentir y aplaudir. Y que seguro que Don Tomás también lo había hecho.
Abajo os copiamos un poema que nuestro particular autor del Trampantojo -Don Tomás- escribió para uno de sus alumnos "especiales", que muestra comportamientos del llamado "espectro autista" y que Jose ha traído hasta aquí para regalárnoslo en nombre de su amigo Tomás Megía Ruíz-Flores.
CORAZÓN AZUL
Pon tu corazón aquí, a mi lado,
para evitar que tropiece en el camino,
ponlo junto al mío y así el destino
me sabrá para siempre acompañado.
Deja que mi corazón vague asombrado,
que repare tu mano el desatino,
que mis labios beban hoy tu vino,
que es hermoso vivir siendo besado.
Dispárame tu luz, que seamos balas
zigzagueando por la vida a ras de suelo,
préstame tu voz, dame tus alas,
llévame a comer nubes del cielo
y saquemos los colores del baúl
para que todo el corazón se vuelva azul.
Gracias Don Tomás, gracias amigo.
Gran poema, gran clase, grandes maestros y grandes niños.
ResponderEliminarGracias